La decoración inspirada en el caos estético de Las Vegas es un clásico que nunca pasa de moda. Una pista: un objeto puede ser kitsch o convertirse a esta doctrina en función de su contexto.
Basta con transgredir las reglas de lo políticamente estético para presumir de inspiración kitsch. El concepto, nacido en los años sesenta, y acuñado en Alemania, se inspira en la no estética de Las Vegas. Es la fuente de la que beben grandes genios la arquitectura, la pintura y el diseño del momento. Los juegos de color, la estética retro y la provocación a través de los objetos son tres de las claves para dotar a nuestro hogar de una estética liberty pero sin pasarse.
Si algo tienen en común los objetos kitsch es que se basan en la extravagancia creativa no comprendida por la gran mayoría. Los perritos afirmativos de los coches, las sevillanas que lucen encima de los televisores de algunas casas, los marcos dorados con filigrana, los muebles con motivos de cine, madonnas de plástico, imitaciones de Miguel Ángel se pueden convertir en exquisitos objetos de la decoración del no gusto.
Todo es cuestión de combinarlos con una estética basada en combinar colores puros y los estampados animales o psicodélicos.
Y es que este movimiento se basa en evocar imágenes de objetos industriales de gusto poco definido. Así entran en esta categorías todo tipo de imitaciones de plástico y hasta los gnomos de jardín.